RESPUESTA ABIERTA AL SEÑOR OLLANTA HUMALA: NACIONALISMOS E IZQUIERDAS
Salvador Mendoza Maquiavelo
El señor Ollanta Humala pretende responder a la confrontación con la derecha en el proceso electoral que se avecina, refiriéndose a la izquierda como disfraz de la derecha, y critica a ésta solapadamente con el pétalo delicado de una rosa. El centro de su crítica es realmente contra la izquierda, todos metidos en un solo saco. Esta reacción se debe al arrinconamiento que sufre por efectos de una derecha que le reclama una definición clara frente a la izquierda.
Para nadie es nuevo que la socialdemocracia es una transacción política a favor de los poderes fácticos que también son parte de este sistema de dominación mundial, y nadie puede negar que la izquierda latinoamericana y, de manera especial, la peruana siempre la ha recusado en la personalidad política del APRA. Ésta ha sido y es una lucha tenaz contra quien ahora representa al ultra neoliberalismo que, a vista y paciencia del PNP, pasa como un recado clandestino en el congreso de la república.
En primer lugar hay que ser autocrítico. Por qué siendo la principal fuerza de oposición hoy es una especie de eco sin alma que se difumina en los espaciosos salones palaciegos sin ningún efecto práctico para la formación de la conciencia nacional. No es honesto ganar un proceso electoral cuando no se ha hecho el esfuerzo político indispensable por el desarrollo de la conciencia nacional, sin ella para parecerse al APRA sólo hay que perder el paso.
Es cierto que la izquierda cometió gravísimos errores. No pudo entender el proceso velasquizta en sus cuatro aspectos fundamentales: a) afirmación de la soberanía nacional que había sido socavada por la oligarquía; b) la presencia protagónica de vastos sectores populares en la política nacional; c) la organización democrática de la población y d) el fallido proceso de industrializació n del país.
Es cierto que el estalinismo y el maoísmo fueron una influencia dogmática en determinados sectores de la izquierda, pero esto no impidió que evolucionara sobre la base de la democracia. El problema fue la incomprensión real de la democracia, estaba limitado el espacio de debate a lo puramente electoral. Por esto excluyó a un sector violentista sin dar el debate profundo y amplio para entender al Perú y los peruanos. Esta izquierda marginal pasó luego a constituir SL con todo su lastre dogmático y sectario y que, efectivamente, se convirtió en el sepulturero de la IU.
El espíritu dogmático no es atributo únicamente de la izquierda, por lo visto ahora es también del PNP. Pues niega la posibilidad de auto transformació n de la izquierda o que los cambios son epidérmicos. Esto es lo que parece, en el fondo es el pedido firme de decantar al PNP de cualquier influencia izquierdista.
Este es el fondo del problema. Lo demás son exquisiteces para no explicar los problemas organizacionales, democráticos y políticos del PNP.
Por último, estamos convencidos de que el nacionalismo cumplirá un rol fundamental en el país, en la medida que tenga como norte, como sentido positivo de la historia al socialismo, el que será creación y arquitectura de las masas populares. No le reclamamos al PNP más que consecuencia, y en esta orientación concreta estaremos en la lucha por el triunfo democrático del pueblo y en la formación de una conciencia nacionalista. No queremos ni pediremos cupos, pero siempre tendremos propuestas para resolver los problemas del Perú como Estado, como diversidad cultural y como nación de ciudadanos libres.
Nacionalismos e izquierdas
Por: Ollanta Humala
Una de las notas singulares de nuestra vida pública es que ninguna fuerza política significativa se atreve a denominarse de derecha. Todas son de centro, de centroizquierda y algunas, pocas, se denominan abiertamente socialdemócratas. Lo paradójico es que todas, o casi todas, están firmemente comprometidas con el modelo neoliberal, ampliamente subordinadas al capital extranjero y para nada defensoras de los intereses mayoritarios de la población y de la Nación.
García es en esto ejemplar: un político que se define de izquierda y cuyo partido es miembro de la Internacional Socialista se ha convertido en el representante y administrador general de los grupos de poder económico y en el continuador del régimen de poder fujimorista. Pocas veces un político en este país ha mostrado tanta sumisión a los poderosos, tanto desapego a los intereses nacionales y tal desprecio a unas mayorías sociales que siguen viviendo en la postración, en la pobreza y la carencia de futuro.
El PNP ha venido insistiendo en que la contraposició n izquierda-derecha, en nuestro país, no tiene la centralidad que tenía en el pasado. No es que no cuente o que sea irrelevante, sino que no explica nuevas contradicciones y no da sentido a aspectos muy significativos de nuestra realidad política y social. Las razones tienen que ver, en primer lugar, como antes se dijo, porque las fuerzas que explícitamente se autoproclaman socialdemócratas (como el APRA), cuando gobiernan hacen política de derecha y contraria a los intereses de las mayorías sociales. En segundo lugar, porque la caída del Muro y el neoliberalismo han desdibujado y puesto en crisis valores y proyectos que, de una u otra manera, la vieja izquierda había venido defendiendo hasta el presente.
En tercer lugar, porque aparecen nuevos fenómenos, nuevas realidades sociales, que no responden a los planteamientos de la izquierda tradicional; nos referimos a las cuestiones que tienen que ver con el género, la etnia o el medio ambiente. Y en cuarto lugar, desde la realidad del Perú, la izquierda mostrado tal capacidad de autodestrucció n que la ha desprestigiado ante la población. A esto hay que añadirle lo que SL ha significado de descrédito de culturas y valores, directa o indirectamente asociados a tradiciones de izquierda.
Es por esto que el PNP, ante la crisis de nuestra Nación y la progresiva destrucción de nuestro Estado, se fijó el objetivo de crear un nuevo espacio político que diera cuenta, con claridad, que la contraposició n real es hoy, como antes, la que opone a los de arriba frente a los de abajo y que el viejo alineamiento izquierda-derecha, que sigue existiendo, queda integrado en esa división básica. Es decir, entre una maciza y vetusta oligarquía que articula a grupos de poder económico y mediático y a una parte sustancial de la clase política frente a las aspiraciones y demandas de un amplio conjunto del pueblo, donde se incorporan empresarios nacionales, trabajadores, intelectuales, comunidades y sectores significativos de lo que fue la izquierda social y política. El PNP, organizativa, electoral y programáticamente ya refleja esta realidad.
Nuestro país lleva muchos años viviendo en una suerte de estado de excepción histórico, de degradación de su vida pública y de involución social. Su soberanía económica, política y cultural se encuentra en peligro y necesita una profunda regeneración moral y un proyecto de reconstrucció n social y nacional.
No exageramos si afirmamos que el Perú como Pueblo, Estado y Nación está en una encrucijada histórica y hay que hay que optar entre el modelo neoliberal que lentamente nos está destruyendo o una alternativa nacional y democrática. El próximo periodo es de definición. De todos dependerá que la esperanza convertida en proyecto de liberación nacional, gane al miedo. El objetivo es unir al pueblo en una gran convergencia social, política y cultural. Cumpliremos con nuestro deber y haremos lo posible y lo imposible para conseguir la gran transformación del Perú. Esto es lo central, lo demás es secundario.
Salvador Mendoza Maquiavelo
El señor Ollanta Humala pretende responder a la confrontación con la derecha en el proceso electoral que se avecina, refiriéndose a la izquierda como disfraz de la derecha, y critica a ésta solapadamente con el pétalo delicado de una rosa. El centro de su crítica es realmente contra la izquierda, todos metidos en un solo saco. Esta reacción se debe al arrinconamiento que sufre por efectos de una derecha que le reclama una definición clara frente a la izquierda.
Para nadie es nuevo que la socialdemocracia es una transacción política a favor de los poderes fácticos que también son parte de este sistema de dominación mundial, y nadie puede negar que la izquierda latinoamericana y, de manera especial, la peruana siempre la ha recusado en la personalidad política del APRA. Ésta ha sido y es una lucha tenaz contra quien ahora representa al ultra neoliberalismo que, a vista y paciencia del PNP, pasa como un recado clandestino en el congreso de la república.
En primer lugar hay que ser autocrítico. Por qué siendo la principal fuerza de oposición hoy es una especie de eco sin alma que se difumina en los espaciosos salones palaciegos sin ningún efecto práctico para la formación de la conciencia nacional. No es honesto ganar un proceso electoral cuando no se ha hecho el esfuerzo político indispensable por el desarrollo de la conciencia nacional, sin ella para parecerse al APRA sólo hay que perder el paso.
Es cierto que la izquierda cometió gravísimos errores. No pudo entender el proceso velasquizta en sus cuatro aspectos fundamentales: a) afirmación de la soberanía nacional que había sido socavada por la oligarquía; b) la presencia protagónica de vastos sectores populares en la política nacional; c) la organización democrática de la población y d) el fallido proceso de industrializació n del país.
Es cierto que el estalinismo y el maoísmo fueron una influencia dogmática en determinados sectores de la izquierda, pero esto no impidió que evolucionara sobre la base de la democracia. El problema fue la incomprensión real de la democracia, estaba limitado el espacio de debate a lo puramente electoral. Por esto excluyó a un sector violentista sin dar el debate profundo y amplio para entender al Perú y los peruanos. Esta izquierda marginal pasó luego a constituir SL con todo su lastre dogmático y sectario y que, efectivamente, se convirtió en el sepulturero de la IU.
El espíritu dogmático no es atributo únicamente de la izquierda, por lo visto ahora es también del PNP. Pues niega la posibilidad de auto transformació n de la izquierda o que los cambios son epidérmicos. Esto es lo que parece, en el fondo es el pedido firme de decantar al PNP de cualquier influencia izquierdista.
Este es el fondo del problema. Lo demás son exquisiteces para no explicar los problemas organizacionales, democráticos y políticos del PNP.
Por último, estamos convencidos de que el nacionalismo cumplirá un rol fundamental en el país, en la medida que tenga como norte, como sentido positivo de la historia al socialismo, el que será creación y arquitectura de las masas populares. No le reclamamos al PNP más que consecuencia, y en esta orientación concreta estaremos en la lucha por el triunfo democrático del pueblo y en la formación de una conciencia nacionalista. No queremos ni pediremos cupos, pero siempre tendremos propuestas para resolver los problemas del Perú como Estado, como diversidad cultural y como nación de ciudadanos libres.
Nacionalismos e izquierdas
Por: Ollanta Humala
Una de las notas singulares de nuestra vida pública es que ninguna fuerza política significativa se atreve a denominarse de derecha. Todas son de centro, de centroizquierda y algunas, pocas, se denominan abiertamente socialdemócratas. Lo paradójico es que todas, o casi todas, están firmemente comprometidas con el modelo neoliberal, ampliamente subordinadas al capital extranjero y para nada defensoras de los intereses mayoritarios de la población y de la Nación.
García es en esto ejemplar: un político que se define de izquierda y cuyo partido es miembro de la Internacional Socialista se ha convertido en el representante y administrador general de los grupos de poder económico y en el continuador del régimen de poder fujimorista. Pocas veces un político en este país ha mostrado tanta sumisión a los poderosos, tanto desapego a los intereses nacionales y tal desprecio a unas mayorías sociales que siguen viviendo en la postración, en la pobreza y la carencia de futuro.
El PNP ha venido insistiendo en que la contraposició n izquierda-derecha, en nuestro país, no tiene la centralidad que tenía en el pasado. No es que no cuente o que sea irrelevante, sino que no explica nuevas contradicciones y no da sentido a aspectos muy significativos de nuestra realidad política y social. Las razones tienen que ver, en primer lugar, como antes se dijo, porque las fuerzas que explícitamente se autoproclaman socialdemócratas (como el APRA), cuando gobiernan hacen política de derecha y contraria a los intereses de las mayorías sociales. En segundo lugar, porque la caída del Muro y el neoliberalismo han desdibujado y puesto en crisis valores y proyectos que, de una u otra manera, la vieja izquierda había venido defendiendo hasta el presente.
En tercer lugar, porque aparecen nuevos fenómenos, nuevas realidades sociales, que no responden a los planteamientos de la izquierda tradicional; nos referimos a las cuestiones que tienen que ver con el género, la etnia o el medio ambiente. Y en cuarto lugar, desde la realidad del Perú, la izquierda mostrado tal capacidad de autodestrucció n que la ha desprestigiado ante la población. A esto hay que añadirle lo que SL ha significado de descrédito de culturas y valores, directa o indirectamente asociados a tradiciones de izquierda.
Es por esto que el PNP, ante la crisis de nuestra Nación y la progresiva destrucción de nuestro Estado, se fijó el objetivo de crear un nuevo espacio político que diera cuenta, con claridad, que la contraposició n real es hoy, como antes, la que opone a los de arriba frente a los de abajo y que el viejo alineamiento izquierda-derecha, que sigue existiendo, queda integrado en esa división básica. Es decir, entre una maciza y vetusta oligarquía que articula a grupos de poder económico y mediático y a una parte sustancial de la clase política frente a las aspiraciones y demandas de un amplio conjunto del pueblo, donde se incorporan empresarios nacionales, trabajadores, intelectuales, comunidades y sectores significativos de lo que fue la izquierda social y política. El PNP, organizativa, electoral y programáticamente ya refleja esta realidad.
Nuestro país lleva muchos años viviendo en una suerte de estado de excepción histórico, de degradación de su vida pública y de involución social. Su soberanía económica, política y cultural se encuentra en peligro y necesita una profunda regeneración moral y un proyecto de reconstrucció n social y nacional.
No exageramos si afirmamos que el Perú como Pueblo, Estado y Nación está en una encrucijada histórica y hay que hay que optar entre el modelo neoliberal que lentamente nos está destruyendo o una alternativa nacional y democrática. El próximo periodo es de definición. De todos dependerá que la esperanza convertida en proyecto de liberación nacional, gane al miedo. El objetivo es unir al pueblo en una gran convergencia social, política y cultural. Cumpliremos con nuestro deber y haremos lo posible y lo imposible para conseguir la gran transformación del Perú. Esto es lo central, lo demás es secundario.
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