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miércoles, 29 de marzo de 2017

OPINIÓN | Moisés Rojas: Del “obrismo” a la planificación
Hablar de “planificación” era visto antes como un discurso hueco y de corto alcance. Aquello parece cambiar. Esta semana de huaicos y de caída de un puente...
 29 Mar, 2017
Por Moisés Rojas
La encuestadora GFK hizo pública la última encuesta sobre la aprobación del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, mostrando que 62% desaprueba su gestión y apenas un 34% declara aprobarla. ¿Por qué es importante está encuesta? Lo es porque marca el punto más bajo en su aprobación en los últimos 10 años de gestión, en sus dos periodos y medio.
Si hacemos un recuento de la aprobación del alcalde Castañeda en sus anteriores gestiones, veremos que en el primer periodo (2003-2006) tuvo un nivel de aprobación bastante alto. Así, en setiembre del 2006, la Universidad de Lima hacía público un 85% de aprobación. En el segundo periodo (2007-2010) la historia fue similar. Incluso en su punto más bajo en mayo del 2010 ─contexto de cuestionamientos por los sobrecostos del Metropolitano y los retrasos en su inauguración─ alcanzó un alto 62% de aprobación según Ipsos Apoyo.
¿Por qué Castañeda ahora vive lo más bajo de su aprobación en su trayectoria como alcalde? Existen varios factores. Se podría hablar de un desgaste de su figura por el mismo paso del tiempo, de la acumulación de cuestionamientos y de errores de comunicación. No podemos obviar la existencia de redes sociales activas que generan información crítica alternativa, ni el rol activo de los actores de oposición. Pero existe una razón que parece central: comienza a caer el mito del “gran gestor” y se comienza a cuestionar el modelo de la gestión sin planificación.
Hablar de “planificación” era visto antes como un discurso hueco y de corto alcance. Aquello parece cambiar. Esta semana de huaicos y de caída de un puente, muchos hemos visto directamente que sin planificación se expone nuestra vida y la de millones de personas. La planificación deja de ser solo la preocupación de una minoría técnica, para convertirse en una preocupación de mucha más gente. Sabemos con más facilidad que planificar es prevenir.
La era del “obrismo” fue aquel tiempo donde no importaba la función de la obra a largo plazo, ni que esté integrada a una visión coherente sobre la ciudad. No importaba lo integral del desarrollo humano. Era la era de la improvisación, del corto plazo, del fin proselitista y de la ausencia de sustento técnico. Importaba únicamente el cemento y los ladrillos. Mientras más aparatoso y visible mejor. Se percibe una etapa de transición que exige consolidar el fin del “obrismo” y el ingreso a la era de la planificación.