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sábado, 19 de septiembre de 2009

PISANDO FUERTE No. 42 : organizando a los trabajadores y trabajadoras de la economía informal

PISANDO FUERTE No. 42
Organizando a los trabajadores y trabajadoras de la economía infor
mal
Por: Marcial Guillermo Pérez Herrera

Fotos : Cortesía APTTA, RED ASSEI
La problemática de la economía informal (EI) en el actual contexto mundial de la globalización, de las relaciones económicas internacionales y de los modelos de desarrollo nacionales, en donde el aumento de las actividades informales es parte de las carencias, inequidades y desigualdades políticas, sociales y económicas de América Latina.
Se ha constatado que hay importantes diferencias entre las actividades de la economía informal en América Latina y la economía sumergida en Europa. Los déficit estructurales y la pobreza generalizada existente en la subregión son parte de una realidad cuya transformación hacia una sociedad más equilibrada y equitativa es imprescindible para poder resolver de manera integral y democrática la exclusión social, la marginalidad productiva y la desprotección social y económica en que vive la gran mayoría de la población de los países andinos. Ello implica también fortalecer la dimensión social de los procesos de integración, e insistir en la necesidad de la cláusula social para garantizar la humanización del trabajo y el respeto a los principios y derechos fundamentales de todos(as) los(as) trabajadores(as) dentro y fuera de las fronteras nacionales. Sin mecanismos de seguridad económica y social, sin garantías para el ejercicio pleno de la ciudadanía y sus derechos inherentes, y sin participación de toda la sociedad en la construcción colectiva de modelos de desarrollo más democráticos y sustentables, no será posible generar condiciones para hacer realidad el enfoque del trabajo decente, a nivel local, nacional y regional. Precisamente, el crecimiento de la EI es una incongruencia estructural del modelo económico, y contradice la visión del Estado social que emana de la Constitución, así como el principio de derecho al trabajo de la ciudadanía.
El movimiento sindical internacional ha planteado en diversos documentos y planteamientos públicos en los distintos planos y foros mundiales, la necesidad de incorporar la visión de las organizaciones sindicales en los distintos espacios de toma de decisiones que son propios de la democracia y de la cultura del diálogo social. De igual manera, ha reiterado la necesidad de ampliar la participación sindical en ésos y otros nuevos espacios de consenso sociopolítico, laboral y productivo, con el fin de garantizar la preeminencia de la justicia social universal y la profundización de la democracia en la adopción, ejecución y valoración de las políticas de desarrollo. Los participantes reafirman, en cada caso, las posiciones de sus organizaciones regionales y mundiales con relación a las prácticas sobre comercio justo, equidad socio productivo y progreso económico con bienestar y protección social; es decir, con garantías y respeto a los derechos humanos y a los derechos fundamentales del trabajo. En el caso de los trabajadores de la economía informal, es evidente que la acción sindical debe promover, a través del diálogo social, políticas inclusivas de desarrollo nacional, y las transformaciones estructurales que adecuen el mercado de trabajo, el aparato productivo, la economía y el sistema social en su conjunto, para la formalización del empleo y el trabajo informal. Por otra parte, si se quiere promover el diálogo social, es imprescindible fortalecer al actor sindical; en diversos países de la subregión es cada día más patente el déficit de diálogo existente, a pesar de los esfuerzos y acciones del sindicalismo en Pro de asentar y consolidar dicha cultura. sus autodiagnósticos para orientar mejor la acción institucional y hacer los ajustes en las estructuras y estatutos que consideren esenciales para mejorar la organización sindical de la EI, así como sus iniciativas de economía social que sirvan para focalizar acciones con sectores concretos. En este sentido, las alianzas estratégicas a nivel local, sectorial y nacional tendrán mayor impacto y serán más sustentables para los beneficiarios(as). A nivel nacional es necesario mejorar encadenamientos locales, sectoriales y nacionales para brindar más oportunidades de inserción, a la población que vive de la economía informal. Ello implica alcanzar un pacto nacional de política económica que permita iniciar un proceso de transición hacia la formalización de todas las actividades que potencialmente pueden integrarse en el mercado de trabajo, de productos y de servicios; además, debería tender puentes sólidos con otros planes económicos y/o comerciales nacionales, sectoriales o institucionales para generar encadenamientos sinérgicos. La participación de los trabajadores en la construcción de estas acciones de política social, productiva y laboral es esencial. Es, justamente enfocando a la población económicamente informal, como los gobiernos ponen a prueba su capacidad y voluntad política de conciliar, en las políticas.
La realidad de la economía informal en cifras
Si bien ha caído el desempleo, al término del 2007 se estima que todavía se registran 17 millones de personas desocupadas en el área urbana de la región. Igualmente, aunque el buen desempeño del mercado laboral ha favorecido a hombres y mujeres, tanto jóvenes como adultos, subsisten importantes brechas en los principales indicadores por sexo y edad. Estas diferencias también persisten en la dimensión étnica, donde se observa que la discriminación y la falta de oportunidades de empleos de calidad afectan con mayor severidad a las mujeres indígenas y afrodescendientes.
Al evaluar la calidad del empleo en los últimos años, se observa todavía un déficit de trabajo decente en la región. Una nueva medición del empleo informal, que abarca tanto empleo en el sector formal como informal sobre la base de información para cinco países en 2006, permitió determinar que el empleo informal representó el 61.5% de los ocupados urbanos y que, dentro de este grupo, uno de cada dos trabajadores está en el empleo asalariado informal. Además, en promedio, 39.2% de los ocupados urbanos de América Latina carecieron de protección en salud y/o pensiones ese año. En Ecuador, México y Perú, las mujeres presentaron mayores porcentajes de empleo informal que los hombres. Las diferencias son heterogéneas entre un país y otro.
El bajo dinamismo proyectado para la economía de Estados Unidos representa un factor de riesgo para la región, que afectaría no sólo a México, Centroamérica y el Caribe por sus estrechos vínculos comerciales y las remesas de sus trabajadores migrantes, sino también a algunos países de América del Sur. Asimismo, existe incertidumbre sobre la capacidad de recuperación que tienen los países de la región frente al shock generado por las recientes turbulencias financieras que hasta ahora han afectado principalmente a Estados Unidos y Europa.
Con este escenario, se proyecta una leve disminución de la tasa de desempleo en 2008, a 7.9%, estimándose que la generación de empleos debería crecer más que la oferta laboral. Persistiría la tendencia descendente de la tasa de desempleo regional que empezó en 2003, pero más pausadamente que en los últimos años. Las proyecciones para el próximo año reflejan la expectativa de una menor capacidad del mercado laboral para mantener el ritmo de crecimiento del empleo observado en 2007.
La disminución de la tasa de desempleo fue generalizada. Los mayores descensos se registraron en Panamá (10.4% a 7.7%), Argentina (10.7% a 8.8%), Uruguay (11.9% a 10.0%), República Bolivariana de Venezuela (10.5% a 9.0%), Chile (8.4% a 7.1%), Colombia (13.2% a 12.0%), Jamaica (11.4% a 10.2%), Costa Rica (6.0% a 4.8%) y Honduras (5.2% a 4.1%). Reducciones menores se produjeron en Barbados (8.7% a 7.9%), Trinidad y Tobago (7.0% a 6.3%), Brasil (10.2% a 9.7%), Ecuador (10.3% a 9.8%) y Perú (8.8% a 8.7%). En México la tasa de desempleo urbano (32 ciudades) aumentó ligeramente de 4.6% a 4.9% y la nacional, de 3.6% a 3.8%.
En trece países en los que se cuenta con información sobre la tasa de desempleo urbano por sexo hasta el tercer trimestre de 2007, la desocupación de las mujeres fue en promedio 1.6 veces mayor que la de los hombres, siendo la mayor brecha en Jamaica (2.2) y la menor en México y la República Bolivariana de Venezuela (1.2).
Se observa que en aquellos países donde disminuyó la tasa de desempleo urbano total, fue mayor el descenso en las mujeres que entre los hombres en ocho países, mientras que fue más alta la disminución masculina en tres países. A pesar de la caída de la tasa de desempleo urbano a nivel regional que benefició tanto a los adultos como a los jóvenes, éstos continúan siendo los más afectados por el desempleo. Su tasa de desempleo es en promedio más del doble de la tasa de desempleo total (2.2 veces), aunque con diferencias entre los países, y está cerca de triplicar la tasa de desempleo de los adultos.
El incremento de la demanda laboral afectó positivamente al empleo asalariado que pasó de 61.4% en 2005 a 62.2% en 2006, mientras que disminuyó ligeramente el empleo no asalariado, destacando la disminución del empleo independiente en la mayoría de los países.
Persiste la tendencia del crecimiento del empleo en los servicios, donde se concentra el empleo de la región (44.1%), seguido por el comercio (25.6%). En Argentina, Panamá y Uruguay, el empleo en los servicios representa cerca de 50%. Las mujeres desarrollan actividades de servicios en mayor proporción que los hombres (56.7% y 34.8%, respectivamente); mientras que en el comercio presentan una participación similar (aproximadamente 25.0%).
La composición del empleo informal difiere entre los países. Está compuesto principalmente por trabajadores independientes en Colombia (más del 54%); Panamá y Perú presentan proporciones similares de trabajadores independientes y asalariados (cerca de 45% en Panamá y 43% en Perú); mientras que en Ecuador y México, la mayoría son trabajadores asalariados (alrededor de 58% y 63%, respectivamente). La proporción de informalidad entre los asalariados (sean estos de empresas del sector formal como del sector informal) es muy alta, ya que en promedio afecta a casi la mitad de los asalariados en los países mencionados (49.2%), pero la situación por país es heterogénea. En Ecuador, más del 70% del empleo asalariado es informal; en Perú, esta cifra asciende a alrededor del 63%; en México, al 46%; en Colombia aproximadamente al 42%; y en Panamá, es menor, 27%. Estos resultados muestran que un alto porcentaje de los asalariados carece de protección social y prestaciones relacionadas
con el empleo.
La Dimensión Organizativa de l@s Trabajador@s Informales
A más de tres décadas de iniciado el proceso, no seria pertinente reducir a l@s informales a un extracto de población autoempleada, lo que no explica en verdad, mas que el origen de este tipo de actividades. Como era presumible, estas unidades económicas inician sus funciones empresariales de manera informal, pero presentan una tendencia a dejar de serlo según se consolida la empresa. El proceso, al parecer es el siguiente: obligados a hacer empresas en condiciones de pobreza y precariedad, cuando logran reunir capital y se desarrollan, se preocupan por formalizar su actividad. Otra de sus características es el desarrollo de unidades productivas integradas en una dinámica de crisis y emergencia permanente. En muchos casos, se fracasa por restricciones de capital y tecnología, sin embargo no pierden su capacidad de imaginar y volver a iniciar, alentad@s por la esperanza de conseguir el éxito esperado. Para algunos grupos no es fácil escapar de la condición de precariedad ocupacional, es el caso de l@s jóvenes y las mujeres para quienes el desempleo de trabajos informales se asocia directamente con la falta de oportunidades en el mercado laboral. Más que empresas, desarrollan estrategias netas de supervivencia.
Estas experiencias son fenómenos que eran inimaginables hace algunos años. Sin duda la construcción de empresas a partir de recursos financieros escasos requiere de mucho ingenio y de un ambiente social que responda a las expectativas del empresario. Desde la década de los 80, en América Latina han aparecido una serie de organizaciones gremiales de pequeños y micro industriales (talleristas, ambulantes, artesanos).
¿Quienes estan en la economía informal?
Las organizaciones gremiales están conformadas por productor@s de diversas ramas, agrupad@s para superar problemas comunes (financiamiento, administración, capacitación, etc.)
Desarrollan una práctica gremial basada en la movilización social. Sus objetivos de acción son inmediatos, sin embargo se debilitan una vez que desaparecen las causas que amenazan su estabilidad. Se mueven en un entorno de imprecisión en relación al marco legal que regula sus actividades y en algunos casos las restringen.
Conocen el margen de transgresión tolerado por las autoridades y las veces que pueden ejercer una resistencia exitosa. Sus preocupaciones prioritarias son conseguir el reconocimiento legal y resistir la represión de las autoridades.
Algunas normas son cumplidas y otras son rechazadas originando protestas y en Algunos casos, evaluados previamente, se aplicar presión y movilización de la Organización gremial
Si bien hay temas que podrían promover una labor mas sostenida de los gremios, pocas veces se logra el objetivo. La mayoría de iniciativas gremiales se vinculan según el área geográfica e intereses sectoriales.
Dado el interés de dotar a las organizaciones sindicales de instrumentos y herramientas para apoyar a los trabajadores de la economía informal primer paso es la identificación de las necesidades formativas de estos trabajadores, y ésta no puede realizarse sin un conocimiento previo del funcionamiento del sector.
Conocer la lógica de funcionamiento en la economía informal, es decir, las estrategias económicas familiares que utilizan los trabajadores para empeñar su actividad. Esto nos obliga a conocer la dinámica interna de funcionamiento de las unidades económicas informales, íntimamente ligadas al funcionamiento de las unidades domésticas y, por consiguiente también nos obliga a conocer el funcionamiento de estas últimas; la red de relaciones sociales en la que se inscriben y sus formas de organización, que supera, en todos los casos, el ámbito estrictamente familiar y que, por lo general, son distintas a las que conocemos para los trabajadores de que desempeñan sus actividades al interior de empresas grandes y medianas con una lógica de funcionamiento distinta y con un empleador claramente definido: las relaciones laborales que se establecen en el ejercicio de las actividades informales que, en su mayor parte, se dan en unidades económicas productivas de muy pequeño tamaño, incluidas las actividades realizadas por los trabajadores por cuenta propia, cuyas decisiones sobre la producción y la venta de sus bienes y servicios implican necesariamente decisiones sobre la organización familiar.
Conociendo estos elementos se pueden establecer provechosas propuestas desde las organizaciones sindicales, para el apoyo a los trabajadores de economía informal.
El estudio y el trabajo deben llevar a un compromiso por entender este funcionamiento, apropiarse de él e integrarlo en las organizaciones sindicales. No es posible fortalecer el sector informal, desde las organizaciones sindicales, si se utiliza una lógica distinta a la que utilizan los trabajadores del sector. Es poco probable que se puedan introducir cambios si éstos no provienen de los propios trabajadores
.

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